Etapas vitales para el proceso de emprendimiento

México vive la época de oro del emprendimiento. No sé si el emprendedor nace o se hace, pero por mi experiencia y el apoyo de algunas ideas sacadas de libros, quiero destacar las etapas que considero vitales en el proceso de emprendimiento al tiempo que describo el desarrollo de la aventura que ha sido para mí.

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La mayoría de las veces, el emprendimiento surge por la información conseguida en el andar profesional o por el entorno en el que uno se desenvuelve. Por ejemplo, el hijo de un zapatero al que se le ocurre un sistema de hormas revolucionario, conoce las necesidades de su segmento y puede emprender en esa área. Así también está el director de una empresa de logística que renuncia para abrir un negocio que apoye a transportistas en ciertas rutas en las que ya ha identificado potencial. 

Emprender casi siempre es igual: se capitaliza sobre un conocimiento de mercado y/o producto previamente adquirido. Sin embargo, en mi caso, fue el proceso lo que me llevó a identificar la oportunidad para emprender, y no al revés.

Muchas veces se intenta construir un caso alrededor de una idea y este proceder es erróneo ya que justificamos su existencia sin analizar correctamente la situación. Es como dicen los estadounidenses: “Trying to hammer a square peg in a round hole”. Miopía de taller. 

Entonces, hace casi siete años, situado en una muy buena posición (y muy bien pagada) dentro de la estructura de una gran trasnacional mexicana, decidí emprender e inicié el análisis que cambiaría mi vida. Todo comenzó con una pregunta simple: si tuviera un dólar (o 100 mil, da igual), ¿en qué invertiría en este momento? Aunque la pregunta era sencilla, esta detonó el análisis estructural y sectorial que me llevó a dónde estoy hoy. 

1. Entender el alcance

El primer paso para responder a mi pregunta fue hacer un examen regional. Cierto, vivimos en un mundo interconectado y por lo mismo es difícil encontrar oportunidades a simple vista. En mi análisis, identifiqué las expectativas de crecimiento en las diversas economías mundiales: Europa y Estados Unidos entrando o saliendo de recesión, China y Australia desacelerando el crecimiento y con problemas regulatorios, hasta que finalmente llegué a Latinoamérica.

En ese momento la región era la gran promesa: Colombia con sus grandes éxitos estructurales y regulatorios, Perú con una economía rebosante impulsada por empresarios, y por supuesto México y Chile. Toda la región estaba experimentando una explosión de posibilidades y expectativas. Necesitaba ahondar y ver qué había ahí. 

2. Identificar los sectores

Una vez identificada la región en la que me gustaría invertir, descubrí que, debido a las carencias de inversión durante tantas décadas, existía una posibilidad de crecimiento de hasta doble dígito en ciertos sectores durante los próximos años. Entre ellos destacaba el equipamiento médico, la infraestructura, la seguridad y ¡la educación!  Entonces tuve más preguntas. ¿Qué hay en la educación? ¿Qué se puede hacer en ese sector? 

3. Definir la oportunidad: educación 

Siempre me ha fascinado la transmisión del conocimiento y los diferentes métodos para lograrlo. Además, a lo largo de mi trayectoria profesional me he mantenido en constante vinculación con los centros de capacitación de las empresas en las que trabajé, por lo que cuando definí el sector como oportunidad, el avance sobre el proyecto se dio de manera orgánica, impulsado por mi interés y curiosidad.

Espera la siguiente entrega en dos semanas.